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Desde pequeños los niños pueden presentar múltiples dificultades. Desde el rechazo a las normas, negarse a hacer los deberes, dificultades para progresar en la escuela, de relación con los compañeros, de retraimiento ante los extraños...Cada niño es un mundo:los curiosos, los habladores, los tímidos, los que juegan, los que dibujan todo el rato, los que aprenden más rápido o más lento, los que se muestran impulsivos, los que no paran quietos, los que no quieren separarse, los que se defienden a gritos...etc. 

 

El trabajo con los niños requiere de un acercamiento distinto a ellos. Dependiendo de su edad, pueden tener un relato como el de un adulto a la hora de ser preguntados o pueden canalizar su expresión por vía de los dibujos y el juego. Los niños cuentan con una ventaja fundamental: su inconsciente no ha sido aún reprimido ni transformado en razonamientos excesivos, en defensas fuertes...aunque todo aquello que podamos contemplar en los adultos se nos presente también en ellos. 

 

La ventaja de la edad es algo a tener en cuenta. Cuando un sufrimiento o una problemática se presenta desde la infancia, el progreso que se puede conseguir en un tratamiento es mucho mayor que el que se suele conseguir en adultos. Están en una época donde aún hay mucho que se puede hacer, donde son como esponjas que aprenden de cada experiencia. Podemos decir que, cuanto antes se aborde un problema, mejores resultados obtendremos. 

 

La terapia no sólo se maneja con la palabra sino que utiliza el dibujo, la expresión artística, la espontaneidad, el juego...como parte del tratamiento con niños. Para entender a una persona hay que acercarse a su mundo. Y el mundo de los niños no sólo es apasionante y distinto, también es muy rico en ideas, imaginación y creación, por lo que el trabajo con ellos puede ser más o menos productivo, pero siempre con una gran potencialidad para el cambio.

 

Para el trabajo con los niños los padres son una pieza fundamental. La primera sesión se realiza en este caso con ellos, puesto que son los principales informadores, para concretar una segunda o tercera directamente con el niño. Sin su colaboración no hay trabajo posible, por lo que se suelen hacer sesiones de seguimiento cada cierto tiempo con los propios padres para que tengan un espacio de expresión acerca de su hijo y que puedan mantenerse informados sobre los avances del niño/a en terapia. Estas sesiones con los padres -diferentes a las dedicadas al niño-  permiten también que éste tenga su propio espacio y tiempo.

 

Los problemas en los que una terapia puede ayudar a un niño son:

 

-depresión

-obsesión

-retraimiento

-dificultad de relación con iguales

-dificultades en el aprendizaje

-abuso sexual y maltrato

-hiperactividad

-agresividad e impulsividad

-dificultad en el control  de esfínteres

-otros...

 

Niños/as

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