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El adulto puede acudir a una terapia por muchos motivos. A menudo las relaciones interpersonales son un tema frecuente de consulta. Pero también lo son las dificultades en el trabajo, el exceso de estrés, dudas en el modo de ser padres, las crisis vitales, la dificultad para envejecer, la menopausia, las infidelidades, la necesidad de mayor autonomía, la tristeza, la ansiedad, los grandes cambios...etc. 

 

Si bien el adulto suele tener construido un modo de pensar, de vivir, de ser y de sentir, la terapia en estas etapas puede ser igualmente beneficiosa, bien como encontrar un espacio propio de expresión que esté resultando difícil encontrar en la vida diaria, bien como un acompañamiento, o como una necesidad de ahondar y de entender. Un adulto no está exento de dudar, de sentir vacío o confusión, de plantearse preguntas a las que no encuentra respuesta, de sufrir por rupturas o por la separación de los hijos o de la pareja. Los motivos por los que se puede generar un malestar son tantos casi como personas. En este sentido, el trabajo con el adulto implica la reconstrucción de una novela, de una historia -personal, familiar, de relaciones, laboral...-que se trata desde la palabra y el análisis y que puede conllevar un cambio a distintos niveles que suele traducirse en una mejoría a medio y largo plazo.

 

Una psicoterapia puede ayudar en:

 

-pensamientos y conductas obesivas

-personalidades conflictivas

-dificutades en las relaciones de pareja y sexuales

-ansiedad y crisis de pánico

-crisis vitales ante cambios 

-dificultades en relaciones familiares

-dificultad en la educación hacia los hijos

-dudas sobre la identidad sexual

-conductas antisociales

-maltrato en la mujer

-depresión moderada y grave

-estrés laboral y problemas en el ámbito profesional

-problemas de autoestima

-dificultades en la asunción del paso del tiempo

-problemas con la imagen física

-traumas infantiles

Adultos

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